lunes, 24 de octubre de 2011

Poemas para mayores

La poesía de grandes, creada por "grandes"


Cuando yo llegue a vieja
-si es que llego-
y me mire al espejo
y me cuente las arrugas
como una delicada orografía
de distendida piel.
Cuando pueda contar las marcas
que han dejado las lágrimas
y las preocupaciones,
y ya mi cuerpo responda despacio
a mis deseos,
cuando vea mi vida envuelta
en venas azules,
en profundas ojeras,
y suelte blanca mi cabellera
para dormirme temprano
-como corresponde-
cuando vengan mis nietos
a sentarse sobre mis rodillas
enmohecidas por el paso de muchos inviernos,
sé que todavía mi corazón
estará -rebelde- tictaqueando
y las dudas y los anchos horizontes
también saludarán
mis mañanas.

Aprender de TEN ESPERANZA (poema) para personas mayores


Lo comprendes? Lo has comprendido.
¿Lo repites? Y lo vuelves a repetir.
Siéntate. No mires hacia atrás. ¡Adelante!
Adelante. Levántate. Un poco más. Es la vida.
Es el camino. ¿Que llevas la frente cubierta de sudores,
con espinas, con polvo, con amargura, sin amor, sin
mañana?…
Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Oh, qué joven eres.
Qué joven, qué jovencísimo, que recién nacido. Qué ignorante.
Entre tus pelos grises caídos sobre la frente brillan tus claros
ojos azules,
tus vividos, tus lentos ojos puros, allí quedados bajo algún velo.
Oh, no vaciles y álzate. Álzate todavía. ¿Qué quieres?
Coge tu palo de fresno blanco y apóyate. Un brazo a tu lado
quisieras. Míralo.
Míralo, ¿no lo sientes? Allí, súbitamente, está quieto. Es un bulto
silente.
Apenas si el color de su túnica lo denuncia. Y en tu oído una
palabra no pronunciada.
Una palabra sin música, aunque tú la estés escuchando.
Una palabra con viento, con brisa fresca. La que mueve tus
vestidos gastados.
La que suavemente orea tu frente. La que seca tu rostro,
la que enjuga el rastro de aquellas lágrimas.
La que atusa, apenas roza tu cabello gris ahora en la
inmediación de la noche.
Cógete a ese brazo blanco. A ese que apenas conoces, pero
que reconoces.
Yérguete y mira la raya azul del increíble crepúsculo,
la raya de la esperanza en el límite de la tierra.
Y con grandes pasos seguros, enderézate, y allí apoyado,
confiado, solo,
échate rápidamente a andar…
Vicente Aleixandre

PLEGARIA PARA LA TERCERA EDAD

Bendice, Señor, a los que tienen comprensión de mis pasos vacilantes y mis manos temblorosas.
Bendice a los que saben que hoy mis oídos van a sufrir para entender a otros.
Bendice a los que apartan los ojos, como si no vieran, cuando se me cae el café del desayuno.
Bendice a los que nunca me dicen: es la segunda vez que cuentas lo mismo.
Bendice a los que tienen el don de hacerme evocar los días felices de otros tiempos.
Bendice a los que hacen de mí un ser amado, respetado y no abandonado.
Bendice a los que adivinan que no sé ya cómo encontrar fuerzas para llevar mi cruz.
Bendice a los que endulzan con su amor los días que me quedan de vida, en este viaje hacia la casa del Padre.

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