jueves, 17 de noviembre de 2011

ENTREVISTA A IRENE FARIAS, PROFESORA DEL TALLER DE FOTOGRAFÍA EN UniTE (UNIVERSIDAD DE LA TERCERA EDAD)



¿Por qué elegiste dar un taller de fotografía cuando sos especialista en Letras?
En realidad, no soy especialista sino Licenciada en Letras. En forma paralela estudié Letras y también fotografía. Hice fotografía social, publicitaria y finalmente artística. Cuando ingresé a la cátedra de Literatura Española como alumna avanzada en 2005 me inserté en el programa de Investigación Lengua, literatura y nuevos lenguajes. Fue entonces que los conocimientos de ambas disciplinas comenzaron a fusionarse porque en mi área específica investigo las relaciones entre el texto lingüístico y el texto de la imagen fija. Llevo ya varios artículos publicados sobre el tema.
En 2010, debido a que algunas autoridades conocían mi trayectoria me invitaron a ser jurado en el 2do. Concurso de Fotografía Digital de UniTE (Universidad de la Tercera Edad). Más tarde me pidieron hacer una suplencia y finalmente terminé siendo profesora.
¿Cómo es tu experiencia con la tercera edad? ¿Qué la diferencia de tu experiencia con adultos jóvenes?
Ambas son altamente gratificantes. He descubierto una nueva imagen de lo que es la tercera edad. Se interesan mucho por aprender, tienen mucha vitalidad. Son muy abiertos al diálogo y como característica propia de su edad podría decirles que se comprometen no solo con la materia que se dicta en el taller sino también con el docente. Me siento querida, mimada.
 En cuanto a los adultos más jóvenes, por razones lógicas de sus premuras cotidianas o el ritmo que hoy les imponen sus actividades, son menos comunicativos y ello demanda un mayor esfuerzo al momento de tener que evaluar un concepto sobre ellos.
 ¿Qué enseñanza te deja el trabajo con adultos mayores en un espacio tradicionalmente pensado para jóvenes?
Que de todo, de todos, con todo, con todos sigo aprendiendo. Que los adultos mayores han quebrado el absurdo prejuicio de que “hay una edad para cada cosa”. Están transformando un patrón sociocultural en el que al adulto mayor se lo encasillaba en el concepto “pasivo”.

¿Qué le dirías a un adulto mayor que no quiere salir de su casa?
A su edad tiene derecho a hacer lo que desee. Puede estar muy cómodo en su casa pero  esa comodidad se lo puede ir fagocitando de a poco hasta no dejarlo  asomarse a su propia vida. Que vea que hay muchos adultos mayores que se animaron y después de años de postergaciones, por diversas causas, pudieron hacer un taller de lo que a ellos les gustaba. Que todos los días se empieza a vivir de una manera diferente. Que, aunque escondidos, los sueños siguen estando dentro nuestro y tenemos que darles permiso para que salgan a convertirse en realidades. Ese permitirse es volver a ser jóvenes.

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